Un comercial argentino épico, de esos que quedaron grabados para siempre en el inconsciente colectivo nacional. Con presupuesto ínfimo, actores ignotos y unos pocos segundos de duración este spot entró en la historia.
La chica rubia, Pamela, compra un pan dulce (de marca Pamela, obvio) y se retira del almacén sacudiendo su trasero enfundado en un ajustado pantalón blanco de tiro alto, como se usaba en los años ochenta. Ahí el locutor hace su magia con ese sutil piropo en off: Pamela, !qué pan dulce!; la simpática señorita se ríe mientras abraza el paquete y el resto de los clientes la miran con aprobación.
Cierra esta obra maestra de la creatividad publicitaria (!) una placa mostrando el envase, un pedazo de guirnalda y tres bolas que nos recuerdan que el pan dulce es algo que se suele comer en Navidad.
Seguramente fue debido a esta publicidad ochentosa que ya nadie le puso de nombre "Pamela" a su hija, con tal de no estigmatizarla.
Otro caso de una frase que pasó a la posteridad gracias a una propaganda, como también pasó en este caso y en este otro. Sólo para memoriosos :)
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